Muchas veces es por el instinto de huír. Alejarte de lo que te rodea, tomar distancia y descargar energía. Por momentos te sientes libre y puedes observar que lo único que te conecta con el resto del universo son tus pies. Libertad.
Si lo permites, en estos momentos que corres puedes liberar tu mente. Tu cerebro tiene una sola tarea: evitar los obstaculos, caerte o detenerte. Tus ojos solo observan el camino y los objetos que pasan a tu alrededor. Tus oídos no solo escuchan el ambiente, también te escuchan. Tu respiración, tus pulsaciones. Con el tiempo aprendes a entender a tu cuerpo, cuanto puede, cuanto resistes y cuando puedes dar ese poquito más.
Tu tacto, siente el viento o la lluvia. Nada es más refrescante que correr en una leve llovizna. Las gotas te golpean la cara y te recuerdan que aún sigues vivo. Tus piernas sienten el terreno: es suave o aspero, los desniveles y los cambios de pendiente.
Correr es una experiencia sinestésica. Mucho sientes y mucho piensas. Hay días que solo quiero correr, desconectarme por 30 minutos. Una nueva perspectiva, y lo que se veía tan mal se ve realmente circunstancial.
=) excelente! bravo, bravísimo!
ResponderEliminarte quiero